Una aguja y un espejo

El horizonte del centro de Medellín está marcado por algunos edificios singulares, viejos caprichos que se elevan por encima de las fachadas enmascaradas por el comercio. La materialización de cada uno de estos proyectos dependía de voluntades millonarias. De capitales enormes que tenían una ambición y un orgullo que les permitía materializar estos deseos de grandeza.

La aguja está construida sobre el terreno de uno de los teatros más bellos que tenía Colombia, algunos todavía llevan el duelo de ese sacrificio. Los espejos, el espejo, está al borde de la Avenida Oriental y es recordado por el atentado con carro bomba perpetrado por un mafioso que muchos veneran, personas que convirtieron la historia de la mafia en su mitología personal, su verdadero testamento. Adoptaron su ética y su religión.

Ese culto de mierda a la mafia, continua avergonzando al país. Pero es la verdadera religión de muchos colombianos y “paisas berracos”.

¿Qué se refleja en sus espejos? Los barrios que crecieron en la vertical que cierra la “tacita” como una mano suplicante. Ese paisaje, descuartizado en la estructura de espejos, cambia con la posición del sol y del observador. Es una declaración extraña, como la misma aguja que rompe el cielo a unas cuadras.

“El Edificio Coltejer fue construido en el solar del antiguo teatro Junín y el hotel Europa, a inicios de 1968 y terminando cuatro años después, en 1972,​ convirtiéndose hasta 1977 en el edificio más alto del país, cuando el Centro de Comercio Internacional lo superó en altura. Este último también fue el edificio más alto de Latinoamérica hasta que lo superaran el World Trade Center México (1972) y las torres de Parque Central (Caracas) de 225 m, hechas de concreto armado, construidas entre 1970 y 1979.”

Casi siempre nuestros mitos se alejan de la realidad como de la peste. Se ha hecho popular la idea de que el diseño del edificio se asemejaba intencionalmente al de una aguja. Es casualidad, como muchos elementos en las obras de arte que se interpretan como intenciones cargadas de genialidad.

“En el año 2007 el arquitecto Raúl Fajardo, explicó en entrevista a la televisión local que el diseño no es más que la respuesta a la solicitud del gerente de la textilera Rodrigo Uribe Echavarria de darle un remate llamativo a su torre de oficinas.”

El clasismo es uno de los rasgos culturales más extendidos y disimulados de la población de Medellín. De él se quejan todos los que lo sufren y mantienen la esperanza de llegar a practicarlo. Con cada “puestico” nace un tirano, pero la amabilidad explicita de la ciudad es innegable.

“El edificio Coltejer fue construido inicialmente para albergar a la alta esfera ejecutiva de la empresa insignia del gremio textil colombiano, Compañía Colombiana de Tejidos: COLTEJER.”

El rango se ostenta en el vestir, en el cabello, en el transporte, la dieta y el carné.