Esta serie fotográfica fue tomada durante el 2016, a partir de la lectura que realicé del libro “ante el dolor de los demás” de Susan Sontag, y del informe presentado a la Mesa de Diálogos de Paz en La Habana, por la Comisión Histórica del Conflicto Armado y sus Víctimas. Dicho informe dice que “la población bajo línea de indigencia en Colombia ha ido en aumento; pasó de 20,4% en 1991 a 31,1% en 2003, siendo muy dramática en el ámbito rural con el 53,3% (…)“respecto al derecho a una VIVIENDA DIGNA, sobre la base de la Encuesta de Calidad de Vida del DANE en 2003, Planeta Paz calculó el déficit cuantitativo de vivienda en un 15.8% el cual afecta a 1.760.000 hogares, ya por carencia total, ya por su estructura deficiente, ya por carencia de espacio mínimo de privacidad (hacinamiento). El déficit cualitativo (por carencia de servicios o precariedad de materiales) lo calculó en 34% (3.667.880 hogares), siendo mucho más agudo este déficit en áreas rurales, donde afecta al 85.1% de hogares”
El hecho de vivir en un país donde una franja tan grande de la población viva en la miseria, se puede observar en la informalidad de los oficios que se ejercen en el entorno: carencia de bioprotección, de servicios de salud para una franja poblacional, salarios “precarios”, microtráfico y consumo de sustancias tóxicas… La representación de las desgracias de los demás es un tema canónico en el arte de algunos de los más admirables fotógrafos de conciencia como Salgado, Nachtwey, Carter y McCullin. Este tema a menudo se manifiesta como espectáculo, algo que otras personas miran (o ignoran). En todo caso, lo sórdido nos induce a ser meros espectadores, o cobardes, incapaces de ver la representación de esa realidad.
Es un lugar común en el debate cosmopolita sobre las imágenes de atrocidades y ruinas, suponer que tienen escaso efecto, y que hay algo intrínsecamente cínico en la difusión de lo que denominan “porno-miseria”. Aunque la gente crea que en la actualidad las imágenes de la pobreza importan, esto no disipa la persistente sospecha sobre el interés en estas imágenes y las intenciones de quienes las producen. Tal respuesta proviene de los dos extremos: de los cínicos que nunca han estado cerca de la situación de los miserables, y de quienes se encuentran hastiados de su situación causada por un conflicto social, soportando sus desgracias cuando se los fotografía.
En verdad no podemos entender cuan espantosa y aterradora es la indigencia; y cómo se convierte en normalidad. No podemos entenderlo, sin embargo podemos imaginarlo. Es lo que cada paria, cada fotoperiodista y observador independiente que ha pasado tiempo investigando el tema, y ha tenido la suerte de eludir la muerte que ha acabado con tantas vidas desperdiciadas, siente con terquedad. Y tiene razón.

David Escobar
Periodista y Documentalista, egresado de Comunicación Social de la Universidad del Valle. Consejero Departamental de Paz del Valle del Cauca (2017-2018). Premio Andrés Bello (2000). Actualmente lidera el Observatorio Periodístico del Conflicto Armado de la Fundación Lianas y Bejucos.
Diagramación: Vinci Andrés Belalcázar